miércoles, 22 de junio de 2011

NATHALIE EL-GHOUL / ECUADOR

El síndrome de Ulises: volver a la semilla
Por Noel Bonilla-Chongo
“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca,
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias”


El síndrome de Ulises, propuesta de la ecuatoriana Nathalie El-Ghoul en estos días de Fragmentos de Junio, me confirma que seguiremos siendo prisioneros de contextos, de nuestras obsesiones. Y es que, como Ulises, apostamos por encontrar el sendero que ayude a corregir los olvidos, al tiempo que forjamos memorias.
Hace algún tiempo ya que la migración, el alejamiento, el éxodo, viene marcando el discurso fabular de la danza contemporánea, volviéndose recurrente en la obra de muchos autores. Algunos, como suerte de hoja de vida que procura testimoniar sus itinerarios, con sus dosis de dolor, quebranto, pérdida. Tras asistir al peculiar espacio del Teatro Laboratorio del ITAE, especulo que en el trabajo de Nathalie, estos tormentos se vuelven dispositivos para tramar un esquema de aconteceres donde la danza intenta amplificar sus referencias.
El síndrome de Ulises, se alza como el posible clamor de tantos. Confluencias de imágenes registradas que se proyectan in situ, parlamentos enunciados desde el despojo o el sarcasmo y la “inmutable” presencia de un ser que contunde el mirar más esquivo; posibilitan el ennoblecimiento de un baile que a ratos entrecorta las asociaciones que vehiculan el discurso. Proposición donde la literalidad de la fábula se auxilia de planos y significaciones que se yuxtaponen y se disuelven en sus transiciones. Entrada y salida de personajes, claros y oscuros, sonoridades que figuran o sugieren, roles que permutan, fotos y videos de familia.
Y es que, a la altura de los tiempos que corren y tras la carencia de paradigmas donde asirnos, la escena coreográfica debe tornarse puerto para las interconexiones más diversas. Cuando cada día (por fortuna) se desdibujan los vínculos y frisos que encierran el arte, estamos conminados al riesgo de reinventar senderos otros. Caminos llenos de aventuras, sobresaltos, dudas, conquistas, obsesiones, que intenten burlar los contextos. Pues, no hay otra opción, al votar por la permanencia, estamos regresando al origen, al inicio de todo, a la semilla que se devuelve en jugoso fruto. Insistir, engendrar, parir, son los ejes que soportan la travesía de nuestras trayectorias, con sus heredades y también olvidos. Ulises, ¿dónde bogas ahora? 

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