domingo, 25 de septiembre de 2011

Un festival por todos y todas

Miércoles 14 de septiembre del 2011Arte y cultura
Jaime Gómez-Triana para EL UNIVERSO  
La casa de Bernarda Alba se puso en escena el domingo pasado en el Teatro Centro de Arte.
Concluye la XIV edición del Festival Internacional de Artes Escénicas Guayaquil 2011 y con la última función comienza su equipo de realización a pensar en la que se convocará el próximo año.

Entonces el evento estará cumpliendo quince años de intenso trabajo y la fecha será evidencia de la mayoría de edad en una gestión que desde sus inicios ha pensado en los otros y otras: en los artistas, en el público y en la escena por venir. Es allí, en ese trabajar por el futuro, donde está el mayor aporte del coreógrafo y gestor Jorge Parra, director fundador del festival, y su equipo. Soñar, pensar y organizar una muestra como esta entraña una responsabilidad con la difusión de las artes, pero sobre todo un compromiso con los espectadores que cada año acompañan el evento y sobre todo con los nuevos que se incorporan.

Esta vez el festival apostó, como ya es costumbre, por la diversidad de estilos y abrió un nuevo espacio para la experimentación y la investigación en la sede del Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE), que funcionó como un laboratorio abierto a procesos creativos, reflexivos y de formación.

La muestra del trabajo cotidiano de este centro –sin duda un pilar en la educación de las nuevas generaciones de artistas escénicos del país– permitió calibrar una comunicación realmente imprescindible entre los estudiantes –que también mostraron su trabajo en el evento–, los profesionales de la escena local –en algunos casos también docentes– y los creadores nacionales e internacionales invitados.

De ahí que un público mayoritariamente joven estuviera participando del evento a tiempo completo. En cuanto a propuesta artística, las obras invitadas dieron muestra de la diversidad del quehacer escénico contemporáneo. Performances, danza en paisajes urbanos, teatro de máscaras, unipersonales, mimo corporal son algunos de los lenguajes reunidos en esta ocasión, en la que también hubo espacio para la puesta en escena a partir de textos contemporáneos.

En cuanto a temas, la inmensa mayoría de las puestas se referían a la necesidad de reencontrar al otro a partir del reconocimiento de sí mismo, con lo cual se ratificaba la necesidad de hablar del ser humano y sus imponderables en relación a contextos puntuales de existencia y trabajo.

El pirata modelado por los artistas franceses de Zo Prod inauguraba ya al principio mismo del festival una reflexión en torno al cuerpo como escenario del conflicto. La creación frente a todos de un cuerpo ilusorio, armado con materiales de desecho, se convertía en una acción liminal, transfronteriza, que adelantaba la fusión evidenciada en otras propuestas del festival, que también ponía énfasis en lo performativo.

Dentro de ellas, Cubalandia, performances en escena de la actriz Mariela Brito, mostró un personaje popular de la Cuba actual que interactúa libremente con los espectadores y que al dilatar la platea quebró, frente a todos, la noción extendida de teatro.

Algo similar ocurrió con la coreografía presentada por el colectivo franco-brasileño Flores, que con dos presentaciones en el evento mostró un nuevo rostro para la danza urbana, concebida como acción de encuentro y diálogo con el otro al tiempo que indaga en las peculiaridades del universo femenino. Más convencional, la propuesta española puso énfasis en la necesidad de apresar los recuerdos y de fijar eso que somos, más allá de las contingencias cotidianas.

Por su parte, los grupos ecuatorianos convocados dieron muestra de un quehacer bien diferenciado que va desde el trabajo en solitario de Carlos Gallegos, concentrado en lograr la comunicación con recursos mínimos, hasta el proyecto dirigido por el español Jesús Crasio, que remonta La casa de Bernarda Alba con actrices pertenecientes a varias generaciones de creadores de la escena local. Teatro Ojo de Agua y Teatro en el Cielo también presentaron sus propuestas a las que se sumó Muégano Teatro con la presentación fuera de programación oficial de Karaoke y la muestra, organizada por ellos, del Laboratorio del ITAE.Estas dos últimas propuestas potenciaron ese tan necesario espacio de confrontación, imprescindible para pensar el teatro ecuatoriano del futuro, al que también contribuyeron los talleres concebidos en esta ocasión.

Fiesta de las artes escénicas, el festival inicia desde ya un nuevo ciclo. Los quince años obligarán a mirar hacia atrás, ojalá sea posible con el apoyo del Ministerio de Cultura la edición de una memoria de todos esos años en la que sea posible verificar la tan importante trayectoria de estos encuentros que, sin lugar a duda, han ayudado a construir otra Guayaquil, una ciudad cultural que encuentra en la danza y en el teatro un espacio para pensarse y, ¿por qué no?, para soñar el porvenir.
http://www.eluniverso.com/2011/09/14/1/1380/un-festival-todos-todas.html

‘Kaspar’ descifra la lengua del teatro

Lunes 12 de septiembre del 2011Arte y cultura
Jaime Gómez Triana para el universo
El grupo ecuatoriano Teatro Ojo de Agua llevó a sala del ITAE la obra Kaspar. La presentación se efectuó como parte del Festival Internacional de Artes Escénicas de Guayaquil (Fiartes-G).
Basada en la obra homónima de Peter Handke, Teatro Ojo de Agua presentó en la XIV edición del Festival Internacional de Artes Escénicas Guayaquil 2011 su pieza Kaspar. Inspirada en la aparición, el 26 de mayo de 1828, en la ciudad de Núremberg, de un niño de unos 16 años que había sido mantenido en cautiverio y total aislamiento.

Su nombre era Kaspar Hauser y su historia se convirtió muy pronto en fuente de inspiración para escritores y músicos fundamentalmente.

La falta de afecto y el vivir alejado del contacto con otros seres humanos hizo de este personaje un arquetipo del “salvaje” no culturizado, de ahí que su aparición en el teatro, desde el teatro, no solo permite abordar el tema de la formación de la identidad y del sentido de la educación en sentido general, teniendo en cuenta la importancia del lenguaje en ese proceso, sino también el rol del teatro como espacio de confrontación y verificación de la acción del hombre en el mundo y la razón última de esa acción.

Pequeños detalles van conformando una puesta sin centro que se fuga de la idea convencional del teatro y presenta un proceso de aprendizaje en torno a las maneras de hacer y pensar el hecho escénico equivalente al que debe remontar el personaje durante la aventura que entraña la asimilación del lenguaje. La palabra postergada, que deviene incapacidad para percibir y comprender el mundo, es también evidencia del desajuste de la puesta con respecto a la propia noción de teatralidad.

No obstante, cuesta verificar las potencialidades del texto en el espectáculo, su capacidad de sugerencia, su peculiar modo de desteatralizar.

La puesta de Roberto Sánchez quiebra las relaciones acción-personaje, espectáculo-espectador, texto-puesta y se convierte en un mecanismo autónomo desasido y en cierto modo errático.

Se necesitaría, sin embargo, un mayor contraste entre los dos momentos principales de la pieza: el primero, aquel en el que un “apuntador” dicta el comportamiento; el segundo, cuando el que el personaje decide por fin existir él también en el lenguaje.

Sin duda, se trata de una dramaturgia de suma complejidad en tanto se constituye un ensayo en torno a la humanidad y sus imponderables y por ello sea necesario quizás regresar a la puesta e intentar una segunda lectura.

Densidad y opacidad son valores absolutos de la propuesta que nos obliga a profundizar en su concretización. Coherente con esa idea es el propio espacio de presentación de la pieza en el Festival, entendido como laboratorio de exploración en torno a las diversas maneras de obrar en la escena contemporánea. De este modo, el evento insiste en la valorización de los procesos de la escena nacional y en su confrontación con el resto de los espectáculos internacionales, al tiempo que expande para el espectador su “idea del teatro”.
http://www.eluniverso.com/2011/09/12/1/1380/kaspar-descifra-lengua-teatro.html

Kulunka Teatro y el valor de la memoria

Sábado 10 de septiembre del 2011Arte y cultura
Jaime Gómez Triana para el universo  
Kulunka Teatro presentó en la Sala experimental del Teatro Centro de Arte André y Dorine, una obra que estremece, pero que al mismo tiempo da esperanza y parece decir que el amor salva.
Como excelente y muy bien balanceada podríamos calificar hasta el momento la programación del XIV Festival de Artes Escénicas Guayaquil 2011. Ejemplo de ello es, sin duda, la puesta en escena presentada por el colectivo vasco Kulunka, una pieza estremecedora y al mismo tiempo cargada de esperanza.

Juego tragicómico de máscaras, André y Dorine asume como espectáculo un gran riesgo. Sumergirse en el tema de la vejez y el final de la vida mirando de frente a una de las enfermedades más horribles que podemos padecer: el alzhéimer. Historia de amor y olvido, el espectáculo logra conmover a partir de la minuciosa construcción de un sistema de relaciones en el que se pone de relieve el comportamiento del ser humano en familia.

La vida está llena de pequeñísimos detalles y es justamente en esos momentos, cotidianos y comúnmente imperceptibles, en los que se detienen José Dault, Garbiñe Insausti y Edu Cárcamo, quienes dan vida a una extensa galería de peculiares personajes modelados a partir de máscaras fijas y, por ello, imposibilitados en el uso de la palabra, lo cual obliga a poner énfasis en la acción, en la relación, en el contacto.

La intensidad del trabajo radica justo en su síntesis, en el modo en que se complementan el lenguaje seleccionado y el tema, en el trabajo con lo esencial: la acción justa, el gesto preciso, la mirada que oscila entre el devenir de la acción dramática y el espectador. Cómplice de las máscaras, el público acompaña el proceso de construcción de una historia que, narrada desde el artificio, deviene generalización y nos permite a todos y cada uno conectar con nuestra propia biografía.

Sorprende entonces la cuidada articulación de los elementos que sustentan la historia de amor de estos dos personajes y el modo en que el espectáculo los muestra.

De hecho, la enfermedad bien podría ser un pretexto, pues lo más importante es la pregunta rotunda que la pieza pone sobre la mesa: ¿quiénes somos? Identidad y alteridad son aquí piezas de un rompecabezas que exhibe la absoluta disolución del sujeto contemporáneo, su crisis que es desarraigo, soledad, silencio, olvido.

La enfermedad actúa entonces en la trama como un catalizador que obliga a mirar con ojos nuevos antiguos retratos de familia, aquellos en los que todos aparecen felices y enamorados. Las viejas instantáneas disparan el recuerdo y son el testimonio de esa vida real en la que ser y estar eran una misma cosa para la pareja, un destino compartido, una aventura por venir.

Con puesta en escena de Iñaki Rikarte, vestuario de Ikerne Giménez y máscaras de Garbiñe Insausti, André y Dorine desmonta el tradicional melodrama que acompaña a la enfermedad y la confronta con humor y artificio, recordándonos que la vida no se detiene y que también llega el tiempo del olvido.

Entonces, parecen decirnos estos artistas, solo el amor salva, siempre salva.

Datos

Hoy, la agrupación teatral ecuatoriana Producciones Escénicas presenta la obra La Casa de Bernarda Alba, dirigida por Jesús Cracio.

La pieza está basada en la historia del autor español Federico García Lorca. El colectivo ecuatoriano la describe como “una obra de y para mujeres, donde paradójicamente la represión se ejerce en nombre del machismo más exacerbado”.

El montaje se realiza a las 19:00 en la sala principal del Teatro Centro de Arte (km 4,5 vía a la costa). El costo de la entrada es de $ 10.

El elenco lo conforman, entre otras actrices, María Beatriz Vergara, como Bernarda Alba; Juana Guarderas, en el rol de Poncia; y Randi Krarup, como Adela

Claro como ‘Bruma’

Viernes 09 de septiembre del 2011Arte y cultura

Jaime Gómez-Triana para EL UNIVERSO  

Martín Peña y Yanet Gómez, del grupo ecuatoriano Teatro del Cielo, durante la puesta en escena de la obra Bruma.
Etienne Decroux dedicó una buena parte de su vida a la creación de un teatro en el que el actor fuera absoluto protagonista, de ahí que su peculiar investigación estuviera centrada fundamentalmente en el cuerpo del intérprete en tanto este constituye a un tiempo instrumento y materia prima del acto escénico.

Esta exploración lleva al importante maestro francés a desarrollar la técnica del mimo corporal por medio de la cual el actor se transforma en escultor de sí mismo al tiempo que logra el despliegue de todas sus potencialidades creativas.

Justamente a esa línea de trabajo, que jerarquiza el valor de la fiscalidad y maneja la presencia de manera muy consciente y precisa, pertenecen los actores Yanet Gómez y Martín Peña, integrantes de Teatro del Cielo e intérpretes de la pieza Bruma, con la cual el Festival Internacional de Artes Escénicas Guayaquil 2011 continúa indagando en la relación corporalidad y escena, apreciable desde muy diversos puntos de vista si tomamos en cuenta los diferentes abordajes del tema en cada una de las puestas presentadas hasta el momento.

Con Bruma ese diálogo se da a partir de la estetización de un conflicto que amerita un impostergable debate. No hay infierno peor que aquel, cotidiano y terrible, de la burocracia, caldo de cultivo de todos los males y escafandra natural de los indolentes, esos que día por día ejercen el pequeño poder que entraña el hecho de tener la autoridad para estampar un sello o una rúbrica. Diríase que hasta la muerte misma podría mandarse a buscar con esos temibles funcionarios que, tras un buró, creen dominar el universo todo. Parecería que incluso después de la muerte –y esta es la idea desencadenante del espectáculo– habrá un burócrata esperando.

Una absoluta claridad en el trazado de la situación caracteriza esta puesta. Anastasia intenta vencer los obstáculos que representan todas y cada una de las diligencias necesarias para definir el destino de su alma. Para ello recurre a todo tipo de sobornos e iniciativas, las que, poco a poco, acaban por convertirla en burócrata a ella misma. Sobresale además el modo en que han sido construidos estos personajes y más que eso la increíble ejecución de los actores, capaces de los más reveladores matices mediante la expresión del cuerpo todo.

Una estética similar a la desarrollada por Tim Burton y un muy cuidado diseño de vestuario y luces completan la propuesta que, sin duda, va más allá de la simple ironía para mostrar el terrible absurdo que se esconde bajo las horas de espera en pos de la resolución de una gestión, muchas veces, simple.

“Tramitar o no tramitar”; esa sería la cuestión, según la opinión de estos jóvenes talentosísimos, que logran un trabajo de un altísimo nivel. Su entrega nos recuerda que el teatro es siempre juego y artificio, al tiempo que tribuna de debate y denuncia en contra de todo aquello que entorpezca el bienestar de todos y todas.

Programa
En la jornada de esta noche de la cita de artes escénicas se presenta el grupo ecuatoriano Teatro Ojo de Agua con la propuesta Kaspar.

La cita es a las 19:00, en el teatro laboratorio del ITAE, ubicado en av. Quito y Bolivia. La entrada es gratuita.

‘Bem me quer’ refleja la identidad femenina

Jueves 08 de septiembre del 2011Cine y TV

Jaime Gómez-Triana para EL UNIVERSO  

Flores es un grupo femenino multicultural. Sus integrantes provienen de países muy distantes como Brasil, Noruega y Francia. La coreógrafa es Taís Vieira, de la compañía Membro.
Verdaderamente excepcional ha sido la presentación en la XIV edición del Festival Internacional de Artes Escénicas de Guayaquil del colectivo Flores, de Brasil-Francia. Su puesta Bem me quer constituye una muy peculiar experiencia escénica que parte de la danza para ir más allá y abrazar comportamientos, identidades e historias que hacen parte de la biografía de las intérpretes y que, al mismo tiempo, devienen metáforas del complejo entramado de relaciones que caracteriza la vida en las ciudades hoy.

Danza de la calle, break dance e indagación en el universo femenino desde la particular perspectiva de cada una de las cinco bailarinas hacen de esta obra una propuesta atípica que relega el tradicional virtuosismo de estas expresiones urbanas para generar una circunstancia extrañada en torno a nociones y prejuicios muy bien establecidos que nos obligan a pensar la relación cuerpo-género en un solo sentido.

Procedentes de países bien distantes como Brasil, Noruega y Francia, las intérpretes logran conectar sus historias personales a una manera de hacer que tiene en el trabajo de la coreógrafa Taís Vieira y de su compañía Membro el principal exponente.

Nacida en Macaé, una ciudad situada a 180 km de Río de Janeiro, en Brasil, Membros está integrada por diez jóvenes que decidieron apostar por otra perspectiva de vida que no estuviera basada en las desigualdades y la violencia, e integrar una compañía de danza profesional.

Hijas de esa experiencia las integrantes de Flores mantienen un equipo paralelo a esa compañía que ha permitido a la coreógrafa abrir una indaga ción en torno a otros comportamientos.

Flores es totalmente independiente con respecto a Membro y ha desarrollado una línea de trabajo en colaboración que hace de todas y cada una de las bailarinas participe creativamente de la creación y concreción de las coreografías, de ahí que sea posible verificar los encuentros y desencuentros de las chicas a partir de la puesta en escena de sus propias marcas identitarias.

Sorprende cómo estas, muchas tan jóvenes, entran y salen de la pauta haciéndonos parte más que de un espectáculo de un duelo en el que se superponen anhelos y esperanzas.

Es quizás por ello que más que intentar leer la obra deberíamos lograr sentirla. Siempre que veo una puesta de esta naturaleza recuerdo el reclamo de Susan Sontag, quien proponía sustituir la hermenéutica por una erótica del arte.

Sucede que trabajos como estos sintonizan en una misma frecuencia el bios escénico de los bailarines y el de los espectadores. Tal parecería que el público todo bailaba interiormente y es que acaso la puesta pone una lupa sobre aspectos de la vida que coexisten en nuestra cotidianidad y que suelen ser invisibilizados violentamente por las más diversas hegemonías, uno de ellos la existencia de nuestro propio cuerpo.

Enfoque de género y emancipación femenina son entonces etiquetas demasiado frías para abordar un quehacer que va mucho más allá de lo aquí dicho, precisamente porque la coreografía evade toda noción de límites.

La exploración nos conduce a una total deconstrucción del comportamiento que busca instaurar un espacio no limitado entre público e intérpretes, hacernos parte de una misma realidad.

Apuntes
El grupo Kulunka Teatro, de España, presenta a las 20:00 de hoy su obra André y Dorine, en el teatro experimental del Centro de Arte (km 4,5 vía a Daule).

Las entradas cuestan $ 10 para el público en general.

Paradojas de un hombre solo en obra ecuatoriana

Miércoles 07 de septiembre del 2011Arte y cultura

Jaime Gómez Triana para EL UNIVERSO   

El actor Carlos Cacho Gallegos presentó el unipersonal Barrio Caleidoscopio, el pasado lunes, en el Centro de Arte.
Una poética muy singular caracteriza el trabajo escénico del actor Carlos Cacho Gallegos quien presentó en esta 14º edición del Festival Internacional de Artes Escénicas de Guayaquil 2011 la puesta Barrio Caleidoscopio en la que funge como director, autor e intérprete.

La nueva propuesta subraya, desde el punto de vista temático, el conflicto del hombre consigo mismo a partir de la presentación de un personaje esquizofrénico que, día a día, se ve obligado a conjurar sus propios miedos.

Especializado en el trabajo unipersonal, Gallegos logra seducir al espectador con una actuación en la que junta emoción y una detallada partitura físico-gestual que contribuye a expandir el espacio más allá de los límites impuestos por el propio concepto del montaje.

La puesta es absolutamente minimalista y concentrada en lo esencial. Apenas una silla y el trabajo de la luz que recrea ambientes y acentúa la acción sostenida esta vez aquí el puro acto de imaginar.

Mundo y vida soñados se articulan aquí como una estrategia que permite a este antihéroe contemporáneo abandonar su roca, aquella que impide escapar al Prometeo del siglo XXI, y construir una realidad paralela en la que las acciones más comunes y cotidianas devienen obstáculos casi insuperables.

Lleno de pequeños tics y manías que establecen, poco a poco, una relación de complicidad con el espectador, el personaje nos lleva de la mano. Nos mueve a través de su barrio y nos presenta a los seres que lo habitan.

El recorrido es al mismo tiempo un viaje a través de sus deseos incumplidos y de sus fobias. Alfonsito es un desechado, un marginalizado, alguien que quedó fuera y apenas se las arregla para despertar cada mañana e intentar una fuga ilusoria. No hay en este ser acción heroica alguna y esa quizás su principal angustia, nada lo condena sino su propia incapacidad para dialogar con el otro, de ahí que su mayor obsesión sea parecerse a los demás, a la gente normal.

Humor y ternura se conjugan en este unipersonal. Al igual que Plush, anterior trabajo de este creador, Barrio Caleidoscopio articula un discurso en el que se funden técnica y emoción, belleza y rigor. Un trabajo de esta naturaleza debe ser ejemplo para los actores que prefieren soledad en escena.

El personaje de Cacho nos confronta incluso más allá de los límites de lo local. Su pieza teatral es acta para todos y posibilita una lectura más filosófica, o simplemente más detenida en el virtuosismo técnico del intérprete que ha de mostrado poder pasar sin problemas de una representación sin palabras al cine y de allí a una escena que da un mayor peso al diálogo consigo mismo y con el espectador.

Apuntes
Teatro local. Bruma, del grupo ecuatoriano Teatro del Cielo, se presenta hoy, a las 20:00, en el Teatro Centro de Arte (km 4,5 de la vía a Daule). Entradas: $ 10 público en general, se las adquiere en las boleterías del teatro.
http://www.eluniverso.com/2011/09/07/1/1380/paradojas-un-hombre-solo-obra-ecuatoriana.html

‘Karaoke’, una obra intensa y exploratoria

Martes 06 de septiembre del 2011Arte y cultura

JAIME GÓMEZ-TRIANA PARA EL UNIVERSO


La agrupación guayaquileña Muégano Teatro presentó Karaoke orquesta vacía, dentro de la programación del Festival Internacional de Artes Escénicas de Guayaquil.
Con peculiar intensidad ha llegado la XIV edición del Festival Internacional de Artes Escénicas de Guayaquil 2011 a las aulas y salas del Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE).

Los talleres, la presentación de los estudiantes de segundo año de teatro y la exhibición de la excelente pieza resultante del trabajo del grupo francés Zo Prod han logrado hacer de ese espacio excepcional de la formación y la experimentación en artes uno de los más concurridos de esta cita. Muestra de ello fue la reciente presentación de Muégano Teatro, recomendada al público por los organizadores del Festival en línea con un concepto que busca abrir nuevos espacios de capacitación y confrontación, abiertos también al crecimiento y la evolución de propuestas de la escena local.

Visto en la edición del 2009 del festival el espectáculo Karaoke orquesta vacía regresa esta vez con un renovado concepto y da cuenta, de este modo, de la vitalidad y compromiso de Muégano, grupo afincado en una tradición que junta la permanente indagación escénica y la arriesgada interpelación social. En ese sentido habría que decir que la necesidad de volver a ver los espectáculos de este grupo es consustancial a su propuesta, ajena a todo facilismo y, por eso, abierta a un sinnúmero de posibles y cambiantes lecturas, lo cual ha permitido a su director y las actrices que lo acompañan regresar una y otra vez sobre el espectáculo.

Un excelente texto del propio Santiago Roldós –director del grupo y de esta puesta en la que también actúa–, la intensidad de las interpretaciones y la limpieza de la propuesta escénica, certera en la alternancia de planos y registros, convierten a la obra en un escarpelo que se adentra en nuestra educación sentimental e intenta mostrar de una vez las causas de nuestra esquizofrenia, ese estado alterado de existencia invisible a los ojos que buscan un rostro en el espejo, un gesto de alivio, una señal.
Acaso la principal fuerza de esta pieza teatral está en esa idea subyacente en el propio título que presupone un espacio enajenado, concebido para la repetición vacía, un refugio cómodo en el que podemos decir: somos el que se divierte, el que sangra, aunque apenas quede tiempo para una transfusión salvadora.

En diálogo también con la tradición brechtiana, Karaoke... muestra el descalabro de la especie. Su estructura descentrada y rota refuerza la idea de una causalidad terrible que oculta sus mecanismos en traslapados monólogos bisturí.

Vista desde lejos la puesta en escena deviene una urgente radiografía de continente, un alarido ante el descalabro de la familia y de la política, un palimpsesto abigarrado y doliente que devuelve nuestra propia faz fragmentada y evasiva, que nos enfrenta al otro y nos incita a proponer otra participación, otra utopía.

Fundar y sostener un teatro y una investigación, convocar al público varios años después del estreno, modificar, alterar, cambiar lo pautado para ir tras lo esencial, más allá de lo inicialmente propuesto, es quizás la mejor evidencia de que aún es el abrazo posible.

Programa

En la función de esta tarde participa la agrupación Flores de Brasil/Francia. Su trabajo se titula Bem me quer.

La cita de hoy es a las 17:00, en la Plaza de Artes y Oficios, en av. Quito y Bolivia La entrada es gratuita.

http://www.eluniverso.com/2011/09/06/1/1380/karaoke-obra-intensa-exploratoria.html

‘Cubalandia’, trabajo por cuenta propia

 JAIME GÓMEZ-TRIANA - PARA EL UNIVERSO  

Cubalandia se llamó la puesta en escena del grupo cubano El Ciervo Encantado. La función se cumplió el pasado sábado, dentro del Festival Internacional de Artes Escénicas 2011.
La apertura en Cuba de nuevas formas de trabajo no estatal constituye el suceso desencadenante de la más reciente propuesta de El Ciervo Encantado. Cubalandia, performance en escena creada por la actriz Mariela Brito, se sumerge en los actuales desafíos de la nación caribeña de una manera que podría resultar totalmente insólita para quienes han seguido de cerca la obra de este colectivo.

Sin embargo, la nueva creación no se aleja en lo absoluto de los postulados que rigen la labor del equipo fundado, hace ya quince años, por Nelda Castillo. Cambia quizás el punto de vista, pero no la manera de escudriñar lo cubano, ni la intensidad de esa indagación, que esta vez, eso sí, asume contenidos más inmediatos y pone en escena un collage de valores traficados.

Lo que en otras puestas de este grupo aparece como exorcismo, planteado desde el dolor y la angustia, en Cubalandia es irrisión, choteo, despelote. Yara La China es una cubana que trasiega mercancías baratas y que es capaz de casi todo para ganarse la vida. Su rostro nos enfrenta a la total disolución del sujeto moral. El referente es, sin duda, la Madre Coraje de Brecht, un ser tensado hasta el límite para que seamos conscientes como espectadores de su propia naturaleza no tan distante de la nuestra.

De este modo Cubalandia se presenta como un teatro político de estirpe brechtiana, en línea con una tradición que el propio Brecht aprendió del gran Karl Valentin.

Fundadora del grupo, Mariela Brito ha desarrollado un nivel de excelencia en su trabajo que le permite afrontar los riegos de una máscara como esta, rayana en lo vulgar, excéntrica y locuaz hasta el delirio.

Tacones, uñas postizas, peluca, maquillaje, un short muy corto y el ombligo afuera arman un ser del que también forman parte el celular, el universo sonoro-danzario del reggaetón, y las protecciones que representan de un lado Fidel y Raúl Castro y del otro el indio tradicional que hace parte de nuestra religiosidad popular.

Una pauta fija relacionada con los objetivos del personaje –lograr clientes para sus ofertas de excursión a la isla caribeña– y una total libertad para improvisar, siempre sacando partido de la comunicación viva con el espectador, completan el trabajo. No hay descanso para la actriz, pero tampoco apoyaturas.

A cada instante la máscara pide más de ella, la pone más en riesgo, la obliga a mirar a los ojos de la gente. Mariela Brito hace de su propio cuerpo el escenario del conflicto.

Su creación abre un grupo de interrogantes sobre el sujeto y su relación con el medio. La actriz camina por el filo de una navaja. Vender un país es, sin duda, un acto desesperado de supervivencia.

Lo que se queda

El Festival Internacional de Artes Escénicas Guayaquil 2011 inició obsequiando a la ciudad una escultura en metal a cargo de los artistas del colectivo Zo Prod, de Francia.

Unos días antes las aulas del ITAE habían acogido el taller de la directora cubana Nelda Castillo, dirigido fundamentalmente a actores y bailarines profesionales y, finalmente, en la tarde del viernes, Muégano Teatro y el Laboratorio de Teatro del ITAE presentaron su segundo ejercicio escénico del año, una puesta esperanzadora en tanto hacía visible la entrega de los más jóvenes y su compromiso artístico y social, lo que es quizás una excelente noticia sobre el futuro. De este modo el festival ratifica su solidez como espacio cultural de la mayor trascendencia, capaz de adecuarse a las necesidades del contexto y siempre ocupado en fundar el porvenir.

* Crítico teatral cubano

Festival

Barrio caleidoscopio es la propuesta escénica que ofrece esta noche el grupo ecuatoriano Teatro de la Vuelta.

Su presentación es a las 20:00, en la sala Experimental del Teatro Centro de Arte (km 4,5 vía a Daule). Entrada: $ 10.
http://www.eluniverso.com/2011/09/05/1/1380/cubalandia-trabajo-cuenta-propia.html