jueves, 18 de agosto de 2011

SANTIAGO ROLDOS


El Festival Artes Escénicas Guayaquil tiene una historia relevante que contar. En sus escenarios se han presentado algunos de los más importantes grupos del teatro latinoamericano reciente y actual. Desde las obras del Malayerba hasta las del Ciervo Encantado, este festival puede exhibir un currículum, si no impecable (pues por naturaleza “festival” remite a una muestra o panorama de la diversidad), seguramente sí muy relacionado con la necesidad de un público urgido de una mayor vitalidad escénica.

Decía Fernando Mieles, en una ocasión, que en Guayaquil un@ siempre tiene la sensación de que todo está siempre empezando.  Como si en materia artística o cultural las cosas nunca acabaran de arrancar. Hoy día, además de la película de Fernando, y de muchas otras iniciativas que están en desarrollo, celebramos la llegada de la decimocuarta edición de este festival desde el contexto de una generación donde las cosas se han movido y se están moviendo.

Puede parecer paradójico que este festival se consolide a partir del momento de la crisis de Sarao, grupo o espacio al que siempre había estado vinculado. Pero en el arte “crisis” es a la vez sinónimo de y condición para que se produzca esa vitalidad e intensidad escénica, aun cuando no lo tengan tan claro, tan demandadas por nuestras espectadoras y espectadores.

Zona Escena, dirigida por Jorge Parra, y gestionada en gran medida a partir de su propio Laboratorio de Danza, encontró un espacio de colaboración, auto conocimiento y posibilidad de indagar en los límites de su propia transgresión en el ITAE. La relación de los festivales con los procesos creativos y experimentales de la escuela se ha ido labrando en un devenir casi natural, pues nuestr@s estudiantes son l@s más comprometid@s espectador@s de estos encuentros.

Esta es una parte importante sobre todo porque el festival espera y anhela poder irradiarse y relacionarse con otros espacios que asuman seriamente la investigación y la crisis permanente que el arte escénico es. Se trata de una peculiar contribución a que nuestra escena viva, delire, piense, divierta, cuestione y lata. Que dé mucha lata.

Estamos entonces frente a un paso más en una historia de maduración de un evento que, junto a la presentación de algunas grandes obras, pretende sobre todo dejarnos algunas grandes preguntas. Muchas gracias por eso.

Santiago Roldós
Co director del Muégano Teatro y del Laboratorio de Teatro del ITAE

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